Dios ha creado el universo y todo lo que contiene
El Hombre es la obra suprema de la creación, y la Mujer es su compañera.
Dios estableció un pacto con Adán. Más adelante, cuando muchos de los descendientes de Adán se apartaron del camino del Señor, hizo un nuevo pacto con Noé. Según cambiaban las circunstancias históricas el pacto se iba ampliando, así el pacto que hizo Dios con Abraham era mucho más completo pero la versión definitiva del pacto divino se estableció con Moisés quien dejó escrita la Toráh, los libros sagrados donde se narra la historia del pueblo judío desde la creación hasta la entrada en la Tierra Prometida.
En la Toráh se encuentran todas las leyes que los judíos deben obedecer en su vida cotidiana para mantenerse fieles al señor.
Muchas de estas normas sirven para mantener un comportamiento ético que permita a los judíos estar más cerca de Dios. Otras normas son simples instrucciones higiénicas o alimenticias incluidas por Moisés en la Toráh para evitar infecciones y enfermedades durante los años de peregrinación por el desierto tras la huida de Egipto. El judío, sin embargo, no debe cuestionar las normas sino acatarlas sin dudas de ningún tipo, no por pensar que al quebrantarlas se pueda faltar a Dios, sino por la autodisciplina que se exigen de ellos mismos. Esta autodisciplina hace del judío un hombre de fuerte carácter, capaz de defender de forma casi fanática todas sus creencias.
Al mismo tiempo el judío es un erudito, desde pequeño se le ha enseñado a estudiar la Toráh, está mucho más acostumbrado que los miembros de otras culturas al estudio, la oratoria, la argumentación, y aventaja a muchos de ellos en el ejercicio de profesiones de carácter científico.
A pesar de esa ventaja, sin embargo, los judíos intentan no considerarse superiores a los demás, pues todas las criaturas han sido creadas por Dios y son necesarias para la creación, cada una a su manera y de un modo insustituible, por lo que sería estúpido, y pecado, pensar que uno es mejor o más querido por Dios que cualquier otra criatura.
Los judíos no creen en la predestinación, Dios ha creado al hombre libre de elegir su propio destino. Así, el hombre es la única criatura del universo que goza del libre albedrío, ya que puede elegir sin ningún tipo de coacción seguir el camino de Dios y la vida o del pecado y la muerte.
Una de las principales leyes divinas es que los judíos no deben pronunciar el nombre de Dios en vano. Para evitar el más minimo riesgo de cometer ese pecado los judíos no pronuncian jamás Su nombre. Aunque el nombre original de Dios debió ser un mantra similar al OM de los hindúes, probablemente incorporando las cinco vocales IEOUA en un cántico cuya entonación se ha perdido con el paso de los milenios, el idioma arameo no contenía vocales escritas por lo que era imposible representar correctamente el nombre de Dios. En su lugar se usaban cuatro consonantes débiles YHVH. La evolución de ambas formas verbales dió lugar a los dos modos en que Dios es conocido en la actualidad, Yavé y Jehová. Sin embargo, tanto en sus escritos como en su conversación diaria, los judíos se refieren a Dios con circunloquios o abreviaturas como Tetragramatón (Tetra=4, grama=letras), D-s, el Señor, etc.
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